Pues la verdad es que se me ocurren pocas cosas más aburridas que ser una princesa (rosa, verde o amarilla, da igual). Bueno, quizás una conferencia política, una charla entre el presentador de Documentos TV y Jesús Hermida o quedarte encerrado en una biblioteca que solo tenga libros de Jorge Bucay y Paulo Coelho. Está bien, esto último no es aburrido, es directamente una tortura. Y de las peores. De pequeñas casi todas las niñas sueñan con ser princesas. Es un hecho. Supongo que parte de la culpa se la debemos echar al señor Walt Disney y sus repipis princesas. Aunque, afortunadamente, ese estereotipo de princesa remilgada y pedante ha ido cambiando con el tiempo y cada vez podemos ver a más princesas guerreras y con un par de narices. ¡Bravo! Yo no recuerdo que quisiera ser princesa cuando era pequeña, ni cuando veía esas películas o leía cuentos sobre...
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