Hace cinco años tuve el privilegio de reseñar la que fue la primera novela de Esther Ginés, El sol de Argel, y en aquel momento les hablaba de la rotunda sutileza y la elegancia de aquel texto. Desde entonces he podido imaginar muchas veces cómo sería su siguiente novela y también cómo podría hablar de ella, pero de entre todas las cosas que uno imagina que va a decir de algo en lo que tiene puestas las mayores expectativas lo que probablemente no se le pasa por la cabeza es declararse sorprendido, y yo lo estoy. Y mucho. En la noche de los cuerpos, es tan bueno como cualquiera de los lectores de aquel recordado debut pudimos haber soñado, diría que incluso mejor, pero la madurez y la serenidad que ha adquirido la autora en este tiempo no dejan de sorprender (y de deslumbrar) en alguien ten joven. No hay nada...
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